A las 7:33, como todos los días, sonó el timbre del despertador. El señor XX se incorporó y se levantó con rigidez de autómata para entregarse a la ejecución de su ritual matinal con concienzuda indiferencia. Siempre en el mismo orden: visita al excusado, desayuno, afeitado, limpieza de dientes y ducha, sin salirse jamás del guion establecido. Se vistió con un traje elegante (aunque con cierto toque casual) y, como todas las mañanas, se contempló, satisfecho, en el espejo del recibidor. Cerró la puerta con dos vueltas de llave y se dirigió a la estación más próxima para tomar el cercanías.
El señor XX, como habrá deducido el lector, era un ciudadano modelo... Que no se dio cuenta de que aquella mañana, en lugar de pájaros volando en el cielo, cientos de bandadas de peces de colores nadaban a través de las grandes vidrieras de la estación central y que las olas del mar lamían dulcemente con su espuma la orilla del andén.
Abstraído en la lectura del periódico, solo reparó con cierto fastidio en que el tren llegaba con 14 segundos de retraso... Sí, decididamente el señor XX era un ciudadano modelo.
(Fotografía de Adrien Royo)
2 comentarios:
Ese senor XX me interesa muchisimo, Teresa.
A pensar.
Besos
Adrian
Pues a ver si el señor XX tiene más cosas que decir...
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