Mi sector crítico me increpa que a qué fin cuento estas cosas en un blog que pretende ser literario. Son asuntos privados, dice, que no le van a interesar a nadie. Rollos de una... Y yo respondo que no estoy de acuerdo. A mí sí que me parece interesante conocer el proceso que sigue un autor desde que decide que quiere serlo hasta que consigue ver su obra publicada. O no lo consigue. ¡Hay tantas ilusiones que se quedan en el camino! Pero sobreponerse es todo, como predica mi Rafa, y esto es una carrera de fondo en la que el mejor es, a menudo, simplemente el que más resiste.
Y creo que es interesante porque es que a veces parece que algunos escritores hayan nacido con sus libros ya editados bajo el brazo… y solo meen colonia. Como siempre, soslayamos lo feo, esto es, la dedicación y el esfuerzo, o el fracaso, y solo nos fijamos en ello cuando se consigue premio. Gajes de nuestra sociedad posmoderna, en exceso competitiva, yerma de ideales y aspiraciones sublimes.
Pues bien, entre que terminé Como héroes (diciembre de 2006) y lo tuve entre mis manos, ya convertido en libro (junio de 2008), pasaron bastantes meses (hágase la cuenta) recibiendo rechazos y negativas. Concursos. Envíos a editoriales y a agentes. Portales literarios de Internet. Los de Mira tampoco me decían nada.
Para no sucumbir a la decepción, seguí escribiendo.
Juan Bolea (a quien debería llamar mejor mi “hado madrino”) me había hablado de un proyecto de la Asociación Aragonesa de Escritores. Se trataba de la edición de un libro de relatos nutrido de las obras de autores noveles. ¿Tenía yo algún relato escrito? No, no tenía ninguno. Había empezado directamente por escribir novela. Pero podía ponerme a escribirlo y, si le gustaba…
Pensando en ello, se me ocurrió una idea para un cuento gótico. Ex libris. Es un género que me encanta. Durante bastantes años no leí otra cosa. La idea para el relato era muy borgiana. Trataba de un libro aleph. Un libro que lo contenía todo y se escribía a sí mismo. Era la idea del libro como puerta de entrada a otra dimensión, que es, en definitiva, la sensación que yo experimento siempre antes de abrir unas tapas y empezar a leer.
Además, ese tema se prestaba a un estilo de redacción más sofisticado que el empleado hasta entonces en mis novelas, y eso me tentaba. Me sentía picada porque había oído comentarios del estilo: “Como héroes es una novela con alma, pero le falta altura literaria”. Altura literaria. Bueno, pues a por ella.
El relato gustó bastante. A Juan también. Y se publicó.
Para ser honesta diré que en aras de esa pretendida altura literaria quedó bastante sobreadjetivado.
Así que quien quiera leerlo, puede descargar el PDF en el gadget con la imagen EX LIBRIS y luego me cuenta…
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