—Quiero que entiendas muy bien que de lo que se trata es de crear una ficción total. Tú solo tienes que escribir lo que Berta diga que escribas. Y sin complicarte la vida. Ya sabes, nada de oraciones subordinadas ni párrafos farragosos. Nada de complicaciones. Sujeto, verbo y predicado. Punto.
—Por mí, de acuerdo. Pero ¿estás seguro de que Berta no fallará?
—Completamente. Berta es una máquina, una computadora de diseño avanzado. No puede fallar. Analiza y baraja todas las variables de mercado, algo que tú y yo ni siquiera imaginamos. Ella dará las instrucciones. Tú solo tienes que escribir la historia que ella elija.
—¿Y después?
—Después morirás. Entiéndeme, solo en sentido figurado. Naturalmente, lo que haremos contigo será un cambio de identidad y, luego, te instalarás en otro país y dejarás de ser quien eres, aunque, de todos modos, seguirás siendo tú. Y, a cambio, serás asquerosamente rico. Como yo. Dime, ¿ya has pensado dónde te gustaría vivir?
—Sí. Nueva Zelanda. Isla Sur. Oye, ¿cómo de asquerosamente rico?
—Asquerosamente. Obscenamente. Más de lo que puedas imaginar.
—No sé. En serio, no consigo librarme de la sensación de que todo esto es una estafa.
—Una estafa… ¿a quién?
—No sé. Creo que al lector. O a la literatura. Esto no es literatura…
—Desde luego. No es literatura, ya lo sabemos. Es… fenómeno literario. Un auténtico bum. La saga será traducida a decenas de idiomas. Harán una película… quizás dos. Es lo que gusta, lo que pide el lector medio. Piensa en el Código da Vinci. Conocer un poco la verdad, pero no del todo, para no tener que plantearse nada demasiado en serio. Una pequeña dosis de verdad-verdad y un mucho de sensacionalismo periodístico, como quieren ahora. Algo para rebelarse e indignarse, pero solo desde el sillón de su casa. Algo para despistarse de la realidad, vaya. Y todo siguiendo las directrices de Berta. Complots. Mafias. Corrupción. Prostitución. Bisexualidad. Promiscuidad. Feminismo. Sexo duro con trata de blancas. Tecnología informática, hackers y todo eso. Una protagonista marginal y sobrehumana, pero de carne y hueso… o sea, limitada al fin. Un tipo comprometido y legal, atractivo, capaz de realizar coitos sobrehumanos, pero también de carne y hueso al fin. No importa que la trama sea descabellada… incluso compleja… Pero la redacción ha de ser tremendamente simple. Esa es la clave. Un éxito editorial a la carta. Y lo vas a firmar tú. ¿Qué más quieres?
—¿Y lo de morir?
—¡Ah! Ese es el requisito indispensable. Berta lo ha dicho muy claro: INDISPENSABLE. No te puedes imaginar lo que vende que el autor haya muerto… ¡justo el mismo día que entrega a su editor el último volumen de la trilogía!
—Ya. ¿Cómo se va a titular?
—Bueno… El título de la trilogía será Milenium. Eso ya está decidido. En cuanto a las novelas… Berta sugiere que el título de las novelas sea largo e intrincado, supongo que para llamar la atención, y la estética de las portadas, muy cuidada, en negro, blanco y rojo… Algo entre gótico y punk. Impactante y estrambótico, como la protagonista.
—Ya…
—Bueno, ¿qué? ¿Firmas?
—Firmo, firmo. ¿Cómo no voy a firmar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario