Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza el tema de la enfermedad y de la muerte, abordado desde un enfoque positivo. La enfermedad como experiencia enriquecedora, como espacio abierto a la amistad y al amor, es decir, al reconocimiento del valor de los demás en nuestra vida y, ¿por qué no?, también como etapa importante para el desarrollo personal. La muerte como inevitabilidad, como fenómeno natural y, por ello, hermoso.
Pero era apuntar otra vez en la dirección indebida, hacia aquello que todos deseamos evitar e ignorar porque nos parece indecoroso, feo o vergonzoso. Y no debiera ser así. Si alguna certeza tenemos los humanos como seres vivos es precisamente la de nuestro final. Pero aun así la ignoramos y de la ignorancia surge el olvido y del olvido, la ignorancia.
Pero era apuntar otra vez en la dirección indebida, hacia aquello que todos deseamos evitar e ignorar porque nos parece indecoroso, feo o vergonzoso. Y no debiera ser así. Si alguna certeza tenemos los humanos como seres vivos es precisamente la de nuestro final. Pero aun así la ignoramos y de la ignorancia surge el olvido y del olvido, la ignorancia.
Así que empecé a escribir una novela que contaba la historia de un adolescente con cáncer que viajaba a Houston (ese Houston tan presente en nuestras mentes a causa de Rocío Jurado) para curarse. Gorka, sensible e inteligente, chiflado por los héroes de Marvel. Una novela de aires corales, con muchos personajes: Begoña, la madre, separada y alcaldesa de un pueblo alavés; Manu, el hermano del alma, en pleno subidón hormonal; Juan Ramón, el padre, típico empresario de pro; Pere, antropólogo catalán también aquejado de cáncer, y Joan, su pareja, con quienes Gorka coincidía en Houston; Lance Carrington, el terapeuta; los abuelos y Daniela, protagonista junto con Gorka de una tierna historia de amor.
Había que darle a aquello un ritmo rápido, entretenido, con capítulos cortos, con muchos acontecimientos… Había que desdramatizar sin soslayar.
El resultado mereció la aprobación de mis sufridos lectores, léase familiares y amigos. Otra vez apareció por ahí Juan Bolea, con quien nos conocíamos desde la adolescencia y cuya mujer, Belén, es amiga de una de mis hermanas. Juan y Belén tuvieron la gentileza de leer el borrador y… les gustó. A Juan, a diferencia del Prometeo, Como héroes le pareció una novela publicable y, como se acercaba la fecha en que tendría lugar la Feria del Libro de Zaragoza, me propuso aprovechar la circunstancia para presentarme a un editor. Eso fue en mayo de 2007 y el editor elegido, Joaquín Casanova.
En junio del año siguiente, en esa misma Feria (retrasada de fechas a causa de la Expo) salía a la venta Como héroes, publicada por Mira Editores. Y no solo eso. También un relato, Ex libris, en un volumen colectivo, Narradores I, editado por el Gobierno de Aragón y la Asociación Aragonesa de Escritores.
¡¡¡NO ME LO PODÍA CREER!!!
Pero he ido muy rápido y las cosas no fueron enteramente así. Ahora tendré que volver sobre mis pasos.
En junio del año siguiente, en esa misma Feria (retrasada de fechas a causa de la Expo) salía a la venta Como héroes, publicada por Mira Editores. Y no solo eso. También un relato, Ex libris, en un volumen colectivo, Narradores I, editado por el Gobierno de Aragón y la Asociación Aragonesa de Escritores.
¡¡¡NO ME LO PODÍA CREER!!!
Pero he ido muy rápido y las cosas no fueron enteramente así. Ahora tendré que volver sobre mis pasos.
En la fotografía, la autora con un grupo de fans (parte de la familia, claro, cómo si no)
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