A los alumnos de 1º de Filología...

…Que escogieron La caja de gato para hacer su trabajo de Teoría de la Literatura. La entrada de hoy es para ellos.
He tenido ocasión de leer estos trabajos gracias a la cortesía de Alfredo Saldaña, su profesor, y desde aquí deseo felicitarles. Sé que su cometido no era fácil. La caja de gato es una novela muy compleja nacida del sueño de Martín Bueno, protagonista, creador y autor de este pequeño galimatías que combina diferentes planos narrativos, diferentes registros de la realidad, diferentes escenarios, diferentes conceptos del tiempo y que, para colmo de males, debe su título a un extravagante y huidizo paradigma cuántico. Pero ellos han enfocado la cuestión con bastante sensatez, sin dejarse amilanar por su aparente complejidad, para terminar por descubrir que todo se reduce a algo mucho más común, muy común: un sueño y a una obsesión.
La lectura de estos trabajos ha resultado una tarea reveladora y enriquecedora para mí, además de muy grata. Por eso me gustaría que sus autores me permitieran realizar un pequeño comentario sobre cada uno. No sé si resultará correcto, pero tampoco soy capaz de resistirme a la tentación de transcribir sus nombres, porque creo que entre ellos y yo existe ya ese vínculo que une a lector y a escritor de forma íntima y mágica. Son Aránzazu Arroyo Alejos, Alexandru George Ciotirca, Jessica Izquierdo Bueno, Óscar Luaces Santamaría, Esther Miguéliz Obanos, Ana Monreal Rams y Leila Otmane Mohamed.

Como si se tratara del análisis de una composición melódica, para Aránzazu el estribillo de esta novela es el amor, el amor que impregna sus páginas en sus más diversas manifestaciones, y por eso ha centrado su trabajo en ese tema, regalándome frases tan hermosas como esta: “¿Acaso no es el amor una necesidad del enamorado antes que la respuesta real del amado?” y también “Amor por la vida. Por las pequeñas cosas de cada día. El amor es placer y el placer lo podemos encontrar en una mesa con un rico guiso, una frasca de vino, un cestillo de fruta y una hogaza de pan”.
Alexandru ha elegido la interpretación de los sueños como punto de partida para abordar el trabajo y llegar a una interesante conclusión: “La obra La caja de gato viene quizás a recordarnos que no hay nada claro y seguro en esta vida, y nos lo muestra en el final del libro, donde de manera natural sueño y realidad se entremezclan. El soñador es el soñado aunque durante toda la obra haya sido lo contrario. Pero la autora ya nos había advertido de ello mediante una sencilla frase con gran carga de contenido: El principio es el final, aunque acaso pudiera ser al revés”.
Jessica ha hecho algo realmente original. Ha escogido una serie de episodios, que ella denomina nutrientes (“La autora nutre la historia central con una selección determinada de leyendas, estudios, personajes históricos… que ella inserta en el momento adecuado para explicar o reforzar ciertos aspectos de la obra”) y los ha analizado en sí mismos y en su relación con la novela. No puedo estar más de acuerdo con Jessica y con su selección de nutrientes. Estos son: la paradoja de Schrödinger, la leyenda de Toro Bravo y Nube Azul, el capítulo titulado “El velo de Sherezade” y el breve apunte sobre Caronte. Y diré también que no he podido evitar emocionarme al leer las últimas palabras de su trabajo (“volveré a leer y releer este libro tantas veces como pueda y probablemente en cada una de mis lecturas descubriré miles de aspectos nuevos que no he visto todavía”). Gracias por tus palabras, Jessica.
Óscar también ha hecho algo muy especial. No solo ha analizado La caja de gato con lucidez y perspicacia, sino que ha intentado profundizar en la obra de quien esto escribe leyendo todos mis relatos publicados en un portal de Internet y descubriendo muchas de mis claves como escritora, “la estrecha relación entre algunas de las publicaciones de la autora (…) alusiones y vínculos cruzados entre unas y otras…”. A Óscar tengo que decirle que El coleccionista de tiempo terminó convertido en Humo, aún sin publicar —cosa que intentaremos solucionar—, pero que es más que probable que a lo largo de este año vea la luz Libertalia, una utopía pirata en el Índico. A ver si la lees. Me da en la nariz que esa novela te gustará.
Esther ha realizado un trabajo muy brillante y minucioso que lleva por título “La caja de gato: Tiempo y espacio”, a pesar de que el tiempo y el espacio, pero sobre todo el tiempo, son los aspectos más difíciles de la novela. Pero de la clarividencia de Esther para comprender esta cuestión queda como constancia una de sus afirmaciones: “La moneda que Felipe entrega al escritor es lo que asegura que Martín ha cruzado a la otra orilla de la realidad: Maia”. Sobre esa moneda prometo contar otro día una anécdota de tintes casi sobrenaturales…
El trabajo de Ana se titula “Sueños y realidad en La caja de gato”, realmente el verdadero tema de la novela, y en él analiza no solo el sueño recurrente de Martín, desentrañando sus claves (“Maia no era solo un sueño, existe desde el mismo momento en que Martín sueña con ella”), sino todos los tipos de sueños que aparecen en el libro, como los sueños-visión de los indios crow y los sueños-deseo que animan a los demás personajes, encontrando su significado más profundo en el contexto de esta novela.
Por último, el trabajo de Leila resume de alguna forma todos los demás. Sirvan sus palabras como colofón: “En el fondo, toda esta novela no es más que un juego alegórico entre dos conceptos: fantasía y realidad, magia o realidad”.

El escritor es un ser frágil, inseguro, vanidoso; un mentiroso compulsivo que bordea a menudo la línea de la esquizofrenia; alguien que pasa demasiado tiempo a solas con sus fantasías, a punto de olvidar el sentido de la realidad, de cruzar a la otra orilla para perderse en ella.
Gracias hoy a vosotros por haberme hecho sentir comprendida con la frescura de vuestros juicios. Y gracias, también, a A.C. por esta maravillosa reseña publicada el 28 de enero de 2009 en el suplemento Artes&Letras de Heraldo de Aragón:




2 comentarios:

George dijo...

Gracias por tus palabras Teresa, la verdad no teníamos ni idea de que llegarías a leer nuestros trabajos. Me enorgullece y a la vez sorprende el simple hecho de poder estar de alguna manera en contacto (escritor-lector). Te deseo lo mejor y espero que publiques muchos más libros.

Un abrazo,
Alex

Teresa Sopeña dijo...

Gracias a ti también por tus palabras, Alex, y por el esmero que trasluce tu excelente trabajo. Y espero que, de alguna manera, ese contacto escritor-lector se siga manteniendo vivo.

Un gran abrazo,
Teresa