1. Comentario de mi amiga Berta a propósito de Petru Cimpoesu, escritor rumano y autor de la novela (magnífica, por cierto, y a la que próximamente dedicaré una entrada) Los cazadores de almas (Mira, 2010): “...Es un escritor muy conocido en Rumanía… Claro que allí hay muchos menos escritores que aquí… Creo que en España la cifra de escritores por metro cuadrado se aproxima a la de bares…”. (Je, je).
Reflexión personal (algo escarnecida y amoscada): Pues sí, no le falta razón a Berta y a las pruebas me remito. En España, al menos, somos legión. Lo cierto es que proliferamos como setas. Una repasa, por ejemplo, el listado de autores de Escritores.org o de Yoescribo.com y se siente como hormiga en la galaxia. Mismamente en Aragón… Y a la mayoría solo nos leen la familia y cuatro amigos, como me dijo un día un gracioso… En fin. Será que ahora escribir resulta fácil, muy fácil… no es más que tener una idea medio ingeniosa, aporrear un poco el teclado del ordenador mientras la pantalla te va mostrando lo escrito en solemnes letras de molde, aplicar un corrector de ortografía y estilo y, quizá, realizar una consultilla o dos en Internet. Eso y que nuestro celestial Estado del Bienestar nos procura ocio y tiempo libre, mucho más tiempo libre que a los rumanos o a los chinos (la pregunta pícara es: ¿y será así para siempre?). Vamos, que si los que escribimos tuviésemos que hacerlo con pluma de ganso y tintero y, además, buscarnos las lentejas como se las buscan ellos… no quedaría ni una décima parte de tan pretendidos autores. Y aún digo mucho.
2. Correo electrónico de mi hermana Patricia:
Sin palabras. Así, sutil y certero.
Reflexión personal (regocijada pero amoscada): Caramba… Esta situación me suena. Diría yo que la he vivido… Y es que, como dice Forges, no somos na.
A modo de conclusión: Personalmente, me resulta de lo más saludable bajarme los humos de vez en cuando. Desmitificar mis pretensiones, tomarme menos en serio… reírme un poco de mí misma, vaya…
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