Historia de una reseña



Creo que ya lo conté en alguna de las primeras entradas de este blog. Fue un día de junio del año 2007. No recuerdo la fecha exacta y mira que es raro que no la recuerde, con lo maniática que soy de la exactitud. Ese día iba por primera vez al despacho de un editor portando con ilusión los manuscritos de mis tres primeras novelas, novelas que había enviado (sin éxito) a algún concurso y a algunas otras editoriales. A Joaquín Casanova, de Mira Editores, me lo había presentado Juan Bolea unos días atrás, durante la feria del libro. Joaquín me dio su tarjeta y me dijo que fuese a verle con todo lo que tenía escrito. Bueno, pues ese día, que fue un día de muchos nervios, inicié una costumbre que he mantenido hasta ahora: la de comprar (y leer) los libros de aquellos que (quizá) iban a convertirse pronto en mis compañeros de solapa. Aquella primera cosecha fue buena (y variopinta). Tres obras excelentes que seguiría recomendando con vehemencia a cualquier lector: La niebla del olvido de Javier Gracia Gimeno, una de esas lecturas con alma, intemporales, un libro hermoso que narra la peripecia vital de un maestro rural en la España de la posguerra; El coleccionista de láminas de J.L. Rodríguez, una exquisita colección de relatos, algunos muy breves, algunos duros y revulsivos, todos de impecable factura y Maldita novela de Roberto Malo, un prodigio de frescura, de originalidad, de “majez” y de diversión. Comprobé con satisfacción que en la solapa de la colección Narrativa de Mira figuraban nombres del prestigio de Ángeles de Irisarri, Juan Bolea, Miguel Mena, Javier Tomeo, Ángela Labordeta, Ramón Acín, Antón Castro, Alfonso Zapater, el llorado Félix Romeo (sí, Félix Romeo publicó su primera novela, Dibujos animados, en la colección Narrativa de Mira, exactamente con el número 29), Manuel Vilas, David Lozano, Ferrer Lerín, Carlos Manzano, Antonio Cardiel
Después pasaron muchos meses sin noticias de Joaquín, tantos que yo ya no esperaba que se acordase de mí. Pero entonces llegó “la llamada” de Berta Sariñena, anécdota que también he contado por ahí, y yo publiqué Como héroes en Mira Editores, y luego La caja de gato… y seguí leyendo y leyendo las obras de mis compañeros por dos motivos fundamentales: por curiosidad y por coherencia, porque si no nos interesamos los unos por los otros, ¿cómo podemos esperar que lo haga el lector común? Berta Sariñena, verdadero “disco duro” del acontecer cotidiano de esta pequeña editorial aragonesa, me dice siempre que soy la autora de Mira que más lee a los otros autores y a mí me gusta que me lo diga, la verdad, pues creo que tengo mi mérito.
En 2010 Mira Editores dio por concluida la colección Narrativa y empezó nueva andadura, "Sueños de tinta", donde se ha publicado mi novela Libertalia. Yo seguí leyendo las obras de la nueva colección y como ya había iniciado este blog dediqué alguna de sus entradas a reseñar lo leído. Así me topé con La terrible historia de los vibradores asesinos, la delirante y magnífica novela de Miguel Ángel Buj. Consideré que merecía una reseña y la escribí (sin saber que era la primera vez que alguien lo hacía). Miguel me lo agradeció a través de un correo y entre nosotros se estableció una suerte de complicidad vecinal (Los vibradores tienen el número 14 y Libertalia el 15 en la colección “Sueños de tinta”) que hoy me devuelve Miguel con esta estupenda reseña de Libertalia, directa al meollo del asunto.  Así que gracias dobles, Miguel, por la reseña y por recoger el testigo de interesarte por la obra de quienes comparten contigo mucho más que una solapa, esto es, esfuerzo e ilusión.

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