El árbol que crece al revés




Hace ahora casi seis años hice un viaje a Malaui (pequeño país del sureste africano dormido al borde de un lago de aguas verdes hendido en la larga falla del valle del Rift). Sin duda, uno de los lugares más bellos y olvidados del planeta.
Como resultado de ese viaje escribí una novela que nunca se llegó a publicar. En ella se relataban las aventuras de Ada, una enfermera española que acudía a Malaui como voluntaria para poner en marcha un programa contra la malnutrición infantil. Pero la novela, como pasa tantas veces y por tantos motivos distintos, se quedó en un cajón (para ser más exactos, en el disco duro de mi ordenador). Y allí ha estado, aguardando su turno todos estos años, suspirando de nostalgia y abandono hasta que un soplo mágico la ha hecho revivir. Se titula El árbol que crece al revés, por rendir justo homenaje a ese árbol hermoso y legendario que recibe el extraño nombre de baobab:

«Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo el Baobab era el árbol más hermoso del viejo continente, admirado por animales, hombres y plantas; hasta los dioses quedaron prendados por la belleza del Baobab: por la fuerza de sus ramas, el olor y el color de sus flores, la viveza de sus hojas, la suavidad y dureza del tronco.
Y los dioses, complacidos por la hermosura del árbol, lo bendijeron con una vida increíblemente larga, larga incluso para los cánones de longevidad de los árboles.
El Baobab, orgulloso, empezó a crecer y a crecer durante mucho tiempo, haciéndose fuerte, hermoso y alto. Se hizo tan alto que sus ramas daban sombra a todos los demás árboles y no les permitían crecer, helando a las criaturas que pasaban bajo él, ya que ocultaba por completo el calor del sol. Llegó a crecer tanto que, lleno de orgullo, gritó a los dioses que pronto los alcanzaría.
Pero los dioses, encolerizados ante tal desafío y en castigo por su osadía, lo condenaron a crecer al revés. Así, las hermosas ramas, flores y hojas quedaron enterradas, y el Baobab adoptó la forma de un tronco con raíces que buscan el cielo.
“¡Mirad!”, exclaman ahora los niños al verlo. “¡Es un árbol bobo y feo que crece al revés! ¡Un Baobab! ¡Baboab! ¡Boboab!”. Pero a él no le importa escuchar esas burlas, porque en el interior de su viejo tronco hueco, donde los chiquillos juegan a esconderse, late un verdadero corazón, un corazón que se conmueve porque los niños no saben que ellos también viven en un mundo al revés. Sí, en África el mundo está al revés.».

La novela sale a la venta la próxima semana, en tirada muy reducida (son cosas de la crisis, qué le vamos a hacer), pero ya os diré cómo y dónde se puede conseguir. Y eso sí, a pesar de los pesares (ya se sabe, corren malos tiempos para la lírica pero el precio va a ser tan pequeño como la tirada) espero que os guste y haga disfrutar a quienes la lean. 
 

2 comentarios:

roberto dijo...

¡Enhorabuena! Qué grata sorpresa, oye...

Teresa Sopeña dijo...

Se agradece mucho la enhorabuena, Roberto, pero debo confesarte que ha sido cosa mía.
Besos y suerte.