"Portal", de Maite Bellas



Me llamo Messerent y soy un demonio. Os estaréis haciendo miles de preguntas sobre la autenticidad de mi existencia, mi aspecto físico, mi edad, mi poder, mis intenciones, mis alas, mi jefe y mis enemigos. En respuesta a todos os diré que debéis olvidar los estereotipos adquiridos sobre los demonios, tanto desde vuestras religiones como desde vuestras artes. No voy a relatar un tratado sobre los demonios, ni a explicaros la historia de mi gente desde que aparecimos en este mundo vuestro, por cierto, mucho antes que vosotros. Iréis descubriendo poco a poco cosas que saciarán vuestra curiosidad momentánea. Al final, os conozco, perderéis el interés en nosotros y centraréis vuestra atención en otra novedad como un nuevo reality show, estrella de la canción o astro deportivo. Os he dicho mi nombre y os he dicho qué soy. Ahora os contaré quién soy.

Buen comienzo, desde luego. Quizás peque de tópico, pero incita a seguir leyendo. (Ver más detalles aquí).
Ha sido este un interesante hallazgo, encontrado por casualidad entre el batiburrillo de ebooks que ahora husmeo casi a diario con bienintencionada (o malintencionada, depende del momento) curiosidad desde que me he metido, yo también, a publicar mis obras en Amazon como autora independiente.
¿Qué me atrajo de él? Sin duda el título y la portada, con esa imagen tenebrosa,  entre clásica y repulsiva, intrigante, misteriosa… Perversa e inocente a un tiempo. También me atrajo el precio (0,89 eurillos de nada, menos que un billete de autobús, que un lapicero o que una palmera de chocolate, como ironizaba un colega) y, por último, uno de los comentarios dejados por un lector de nombre Felipe, que me parece adecuado citar aquí: Como dijo Chesterton: «¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios». El tema de los demonios, como el de las brujas, los vampiros, muertos vivientes y todos los seres malignos, es un tema inagotable, siempre perenne, presto a renovarse una y mil veces porque hunde sus raíces en el imaginario colectivo. El Mal nos atrae y nos repele. Así de simple. Por su oposición al Bien, representa la dicotomía conceptual propia del pensamiento humano: luz-oscuridad, vida-muerte, y el deseo-rechazo a someternos a las leyes naturales. Quisiéramos ser eternos y sublimes como los propios dioses, de ahí que los hayamos creado, a ellos y a sus contrarios, los demonios.
Así que me descargué el libro y empecé a leer. Y ya no paré.

Cuando las visiones de la infancia no desaparecen, la vida no es lo que esperabas.
Helena es una chica contemporánea como tú, de aquí y ahora. Pero Helena sueña desde niña terribles pesadillas y sufre visiones de  presencias ominosas. Lo que Helena ignora es que a causa de su sensibilidad extraordinaria hacia estos fenómenos sobrenaturales está siendo estrechamente vigilada por una variada cohorte de demonios mayores y menores. Sueños llenos de sombras, muertos que regresan, demonios devoradores de mundos. No hay armas para combatir la oscuridad. Hasta que encuentras a tu aliado entre los mismos demonios que quieren desatar el Apocalipsis... Para las criaturas más abyectas del inframundo, los sueños de Helena representan la posibilidad de aflorar, de regresar. ¿Y para los otros, para sus aliados? Helena, Helena… Al final, aun sin saberlo, has cumplido tu tarea, la misión que nosotros, los demonios, te habíamos encomendado. No portal, sino pantalla (salvaguarda de nuestros intereses tras el morboso relato del Horror y del Espanto) de nuestra naturaleza esencial… Que no es otra que la de proteger la Ciencia y la Sabiduría en aras de la libertad y la razón. Repudiamos cualquier tipo de teísmo, todo credo espiritual y afirmamos el hedonismo, el materialismo (pues materia somos, al cabo) y el individualismo. Nobles fines, si lo meditas bien, que sin embargo el Hombre, el peor de los demonios que haya podido existir, rehúsa hipócritamente en su cobarde peregrinar. Porque dime, ¿en qué consiste la Maldad?

La novela está bien construida y contada con sensibilidad, bien documentada y relatada en un estilo culto. Sugestiva y aterradora. La  estructura también es correcta, alternando diferentes voces narrativas, la de Helena, la de Messerent, la del narrador omnisciente y la del narrador observador.
Con respecto a los personajes, el de Helena se resigna y se rebela. Dentro de su sufrimiento aún mantiene la esperanza de llegar a alcanzar un día una vida plena y, en cierto modo, convencional. Es una figura trágica por su fragilidad y por su valor, capaz de conmover al lector. Messerent, en cambio, resulta un demonio «humano, demasiado humano», curioso, veleidoso, magnífico y soberbio, dotado de un atractivo que no va a dejar indiferente a ellas, a ninguna de las posibles lectoras.

A mí, quizás me hayan sobrado algunos pasajes abruptos y el final. Demasiado apocalíptico; escatológico; milenarista. Supongo que es difícil sustraerse a los excesos cuando se afronta la escritura de un tema tan «demoníaco». Yo hubiera preferido que la autora se mantuviera en un plano más abstracto, más mental.
Y otra vez vuelvo a la carga, la edición también se puede (y se debe) mejorar. En este caso concreto es poca cosa: el uso de los guiones de diálogo. Pero basta con fijarse en cualquier buena novela editada con pulcritud, para ver cómo se manejan.

El resultado, bastante recomendable para los amantes del género. Pero que nadie espere encontrarse con una perla como Melmoth el errabundo, de Charles Maturin (1820); El diablo y Tom Walker, de Irving (1824) o las más recientes Mefisto, de Klaus Mann (1936) y El hijo de Rosemary, de Ira Levin (1967). Y por encima de todas, mi favorita, la delirante, inteligente y asombrosa El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov (1941). Tampoco creo que la autora haya pretendido eso. Desde aquí, la animo a que siga escribiendo. Lo hace muy bien.


La pesadilla
(The Nightmare)
Johann Heinrich Füssli, 1781

2 comentarios:

perelandra dijo...

Muchas gracias por la crítica, Teresa. Me alegro mucho de que te haya gustado la novela.
Un saludo
Maite Bellas

Teresa Sopeña dijo...

Hola, Maite. La verdad es que disfruté con ella y la leí de un tirón. Llegué a identificarme bastante con el personaje de Helena y en muchos momentos me conmovió.
Lo dicho, sigue escribiendo. Eres una buena narradora.
Un fuerte abrazo,
Teresa