"Asno Mundo", de Angélica Morales




Me habían enamorado sus poemas leídos casi a hurtadillas en su blog, en la pantalla clara, iluminada y fría de mi ordenador. La secuencia rítmica y sonora, la dulzura, la osadía de jugar con el significado y el significante como si fueran castillos de arena rodeados de un foso que una ola más atrevida inunda y destruye, provocando el llanto de un niño o su determinación a volver a empezar. La sensibilidad onírica y surrealista del hacer que lo imposible parezca posible o de que la realidad se desmorone en una masa viscosa, cálida o fría, de color impreciso, y sea como pisar huevos fritos o tortilla de patatas. Despojar a las palabras de su contexto y hacer cosquillas con ellas en la conciencia de los durmientes, y rosquillas espolvoreadas de azúcar o, ¿quién sabe?, tal vez de sal. Poemas que a veces me suenan a una señora gorda por el paseo, ha roto la farola con su sombrero y, otras, a libros que cantan, jarrones que muerden el plástico de las flores... El ojo de un buey retratando la calle, a la inevitabilidad de la muerte en una danza continua de calaveras en martes de carnaval. A pesar/ de lo terrible/ yo sigo/ en eclipse/ en el váter/ en el frío/ crepúsculo/de la seda. Me enamoró que el mundo pudiera ser un asno, que lo fuera de verdad, porque lo es, o es el mundo o nosotros, todos los que ya no somos capaces de creer que un asno pueda volar o un pájaro rebuznar. Me enamoró la imagen de la portada, obra de Ubé, la exaltación del absurdo, esa señora descabezada con ramito de violetas y un extraño artilugio surgiendo de su cuello, el ejército de moscardones en formación de ataque y el brazo de mecano que señala un marco sin cuadro prendido en la pared. Asno mundo. Llegó a mi casa en un pulcro sobre. Me enamoró su blanco papel de grueso gramaje, la rugosidad de su tacto en mis dedos. Me enamoraron las dos dedicatorias que hallé dentro, una en rojo y otra en verde para la colega de pluma azul. Y por fin me enamoraron los cuarenta poemas agazapados tras la tapa, cuarenta momentos suspendidos entre un mundo absurdo y la nada, como una pezuña de asno señalándote al despertar. Reproduzco el último por cerrar un círculo aunque se vuelva espiral, porque son cuarenta poemas que lo dicen todo a quien lo quiera descifrar:

Bajo las piedras se disuelve el perfume del asno mundo,
la sal tosca de mis venas sin sangre.
Yo, que creía ser reina, ¡Oh despojo de los árboles!,
ignoro que vino alguien a vaciarme,
que me arrebató
el molusco que bebo en el jardín
después de que la lluvia arrecia.
Y aunque hoy ya es mañana, me desvisto al levantarme,
dejo mi pelo atado a los tabiques,
y me pongo a caminar en sueños
sobre el asfalto de mis propios ojos.

El poemario Asno Mundo, de Angélica Morales,  fue merecedor del XX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (2013).  


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, colega de pluma azul.
LLego por casualidad, mirando tu blog (yo también soy espía en la penumbra)y me he quedado sorprendida por tus palabras. Muchas gracias por tanta pasión y por la generosidad de darme un sitio en tu casa.
Mil gracias de todo corazón.
Siempre se agradece la lluvia de pétalos.
Un abrazo muy fuerte
Angélica Morales.

Teresa Sopeña dijo...


Qué palabras tan bonitas.
Te diré que "Asno Mundo" me ha fascinado en todos los aspectos y que realmente las mil gracias os las que tengo que dar yo a vosotros, a ti y a Ubé por vuestra, generosidad.
Un abrazo gordote,
La colega de pluma azul